El senador Fernando Flores fue ministro de Economía, Hacienda y secretario General de Gobierno entre los años 72 y 73. Estuvo detenido en Dawson, Ritoque y Tres Alamos. De allí partió a Estados Unidos, donde hizo un doctorado en filosofía, ciencia que demuestra utilizar con destreza al evocar lo ocurrido hace treinta años.
"Fue a una hora de almuerzo. Estábamos el Presidente Allende, el general Prats y yo. Prats anunció que se iba porque la situación se le hacía insostenible y no podía debilitar al Ejército; que estaba sobrepasado. Me acuerdo que fue muy dramático. El general por un lado tenía tomada su decisión y el Presidente por otro, no quería aceptarla. Yo en medio, perplejo, me debatía entre mi amistad con uno y la lealtad con el otro. El fin del gobierno para él fue ese 23 de agosto de 1973 y no el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
En su oficina del Congreso, con vista a los cerros del puerto, el senador afirma que el general Prats fue para él uno de los mejores amigos que tuvo en el gabinete. Afirma que con Allende la relación que tenía el general Prats era la de un Comandante en Jefe con el Presidente de la República y no de amigos propiamente tales. Con él sí, ya que Flores era de Talca, ciudad con la que Prats quedó conectado familiarmente al ser Comandante del Regimiento. Ahí conoció al general Prats.
¿Cómo compatibilizaba Prats el uso de resquicios con el apego teórico y práctico del Ejército a la legalidad?
Creo que las Fuerzas Armadas no se metieron en ese tema hasta que no entraron al gabinete. Ahora, mientras él estuvo en el gobierno, yo creo que ejerció la ley.
Entre el 1 de noviembre y el 6 de marzo que entiendo que fue ministro del Interior
la primera vez nos tocó enfrentar una serie de tomas que se produjeron para el paro de octubre. Estoy seguro que Prats no firmó ningún decreto de resquicio legal. Lo que sí hicimos fue tratar de desarmarlas. De lo único que se le podría acusar es de no usar la fuerza pública para desalojar fábricas en aquel instante.
Cabe recordar al respecto que una circular confidencial del ministerio del Interior, del 19 de enero de 1973, dispuso que la fuerza policial se comunicara con los intendentes o gobernadores al recibir un fallo de los tribunales disponiendo desalojos. El documento autorizaba asimismo a dichos funcionarios a suspender esos desalojos.
¿Debió entrar al gabinete?
Cualquier Comandante en Jefe lo hubiera hecho. Estaba en juego la estabilidad del país, su logística. Si lo hubiera rechazado habríamos tenido un paro muy grande. La huelga de los camioneros fue el principio del fin; un intento prematuro
de ciertos sectores de desestabilizar brutalmente al gobierno, acompañado por sectores bien radicales, con voladas de puentes, corte de luces, algo tremendo. Y preparó la pista para lo más militar.
¿Qué habría pasado si Prats hubiera insistido en quedarse en el ministerio?
Habría habido un choque muy fuerte, ya que habían sectores -sobre todo
de la oficialidad joven- que estaban crecientemente agitados, y eso iba a ser imparable en algún momento. Si tanto él hubiera insistido en quedarse, como también los generales Pickering y Sepúlveda, no me habría extrañado que el propio Pinochet también habría estado de su lado.
Se habrían dividido las Fuerzas Armadas, porque creo que la Marina y la Aviación iban de todas maneras por ese rumbo (el del golpe). Habríamos tenido la misma situación de la Revolución del 91, pero con más habitantes y mayor armamento. Ahí sí que hubiera sido una situación muy dramática para Chile. Por eso optó por el camino de la legalidad, de la constitucionalidad. Al final fue víctima de esta situación inmanejable.
¿Para usted era viable el proyecto de la UP?
No era viable. Y punto. Nosotros hasta el 73 todavía éramos muy nacionalistas. No nos dábamos cuenta de la globalización que estaba en marcha. Se hablaba de las multinacionales como una cosa peyorativa y evitable. Hoy día la tecnología, el capital y todo eso demuestran que es absurdo. Hubo otros gobiernos que cometieron estupideces también, no sólo nosotros. No entendíamos. Reprobábamos cualquier examen económico medianamente serio.
¿Y el enfrentamiento con Estados Unidos que le parecía?
La política de relaciones exteriores de la UP era catastrófica. Hoy día podemos entender mucho más la política de Nixon y Kissinger. El enfrentamiento con Estados Unidos no era algo que pudiéramos tomar tan a la ligera. Pero eso lo puedo decir yo hoy día.
Los americanos tienen un poder mucho mayor que el que nosotros imaginamos, o siquiera podemos soñar. Si Allende llega a la Presidencia el año 76 no le pasa lo que le pasó. Somos la última parte de una historia que empezó a escribirse de nuevo. En esa época ya está cayendo Franco en España, sube Mitterrand en Francia. Nosotros éramos muy procubanos, pero además queríamos hacer una sociedad de mercado. Haciendo una metáfora, era un cocimiento muy difícil, fuera de época y de toda época.
¿no le parece que había mucha verborrea?
Hablar de verborrea es demasiado poco para capturar lo que estaba pasando.
Creo que llegamos a despreciar la democracia, por un lado. Se creó un clima de mutua exclusión. Cuando eso ocurre, tenemos una situación muy parecida a la de la república española. Un año antes en Chile se escribía en las paredes: Yakarta
(ciudad en Indonesia donde se decapitó a las autoridades). Yo soy científico y filósofo y la palabra causa la uso con mucho cuidado, y no la usaría en este caso, pero sí son componentes de las actitudes que contribuyeron a lo ocurrido. Había ideologías que decían que los males de Chile eran la izquierda y otras que los males de Chile eran la derecha. Con esas ideologías obviamente, empiezan a
generarse después grupos más radicales.
El partido socialista creó el Mir, la derecha generó Patria y Libertad. Es una rama de intereses.
¿Allende tenía esperanza en la protección de los grupos armados?
El Presidente Allende en su discurso final le pide a la gente que no salga. Incluso me dijo una vez, como quince días antes y cuando estaban varios de estos acelerados: Usted ministro, ¿cuánto cree que duramos nosotros, dos horas, cinco horas?. Entonces, él se preparó para ser un personaje tipo Balmaceda. El issue fundamental es que Allende había decidido que a él no lo sacaban a la fuerza.
Tal como tomó la decisión de llegar a La Moneda. No iba a permitir que lo fueran a sacar de la cama y ponerlo en un avión, que es lo que querían hacer hasta donde yo entiendo......
¿Usted escuchó hablar de plebiscito?
Siempre he oído que con Carlos Briones y Orlando Letelier -los ministros de Interior y Defensa-, lo conversaron esa noche (víspera del 11). Pero nunca lo he escuchado bien. Ahora es muy raro que siendo yo secretario General de Gobierno no supiera eso. Claro que el mismo día que entré como ministro de Economía operaron a mi mamá y le encontraron un cáncer terminal en la Clínica de la Católica, y le pronosticaron tres meses de vida. O sea, yo me pasé entre mi función de ministro y acompañando a mi madre a morir.
¿Cuál es el mea culpa que cree que falta en la izquierda?
El crimen de la izquierda, en el sentido de acción intencional evitable, que produce daño, fue nuestro desprecio por la propiedad, y no darnos cuenta que ésta es un elemento fundamental del orden social, de los incentivos y de la tranquilidad de la gente. La pérdida que experimentó el Presidente Allende de la clase media chilena, de los masones, de mucha gente que lo apoyó inicialmente, fue por la amenaza a la propiedad. Le ha costado mucho entender que más allá de las cosas malas que hizo la derecha había un modelo inviable, que producía la indignación de mucha gente, que a mi juicio tiene que ver con esta cosa que yo llamo el derecho de propiedad y el orden. No tengo ningún empacho en decir que yo era un tipo muy idealista, que no lo entendía como lo entiendo ahora. Amenazábamos a la gente con quitarle las cosas y no dejarle espacio para hacer su vida. No importa que hubiéramos definido las tres áreas, igual no hubiera funcionado.
- ¿Y en la derecha?
A mi juicio, le echan más culpa de la cuenta a Pinochet y a Contreras, porque es mucha más gente la que participó del montaje de todo eso e hizo la vista gorda. Chile no se va a reconciliar hasta que esos dos lados no se hagan cargo de las dos cosas....
Fuente: "La Estrella De Iquique".30/08/03
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