Que buen ejemplo coloca don Herman Aguirre al citar la "Matanza de Ránquil", ocurrida en Lonquimay en 1934. Ese caso toca directamente lo planteado por don Hermógenes y como la historia se acomoda para un solo lado.
En Ránquil efectivamente hubo una matanza por parte de Carabineros de entre 100 y 500 campesinos, mapuches, obreros del Túnel Las Raíces, personal de los lavaderos de oro y otros que se levantaron reclamando legítimamente mejores condiciones de trabajo.
La cifra va de 100 a 500 muertos según el grado de "sensibilidad" de quien cuenta la historia.
Lo que generalmente se omite mencionar es que los levantados iniciaron su movimiento quemando instalaciones y pulperías (con sus ocupantes adentro) y entre otras cosas "menores", pasaron por las sierras de los aserraderos a los jefes, capataces y sus familias, que murieron horrorosamente aserrados "vivos".
Al conocerse los hechos, el gobierno de Alessandri, temeroso de la trascendencia que pudiera tener este levantamiento ante la cercanía de la fallida República Socialista de 1932, envió un contingente especial de Carabineros a la zona.
Por la dificultad de las comunicaciones y la geografía del lugar, Carabineros tardó casi un mes en llegar a apaciguar la situación, convertida en un verdadero pillaje con un escenario macabro de muerte y desolación. Y Carabineros procedió.
¿Que si Carabineros se excedió? Me parece claro que sí. Pero ¿cual era el contexto? Eso es lo que se olvida.
La historia sin su debido contexto no es historia, sino que un ejercicio acomodaticio para obviar los errores propios y sólo quedarse con los errores del otro, donde si un lado mata en nombre de la revolución, es un héroe, y si otro del otro lado mata, sea en defensa propia, sea excediéndose, es un criminal, asesino.
Así que, no puedo estar más que de acuerdo con don Hermógenes y su brillante columna.
Posteado por: Marcelo Simian Tascón (Abril 5, 2006)
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